viernes, 20 de abril de 2012

Mariano Rosas


Paghitruz Güor, "zorro cazador de leones" nació hacia 1825 a orillas de la
laguna Leuvucó, (30 kilómetros de Victorica, nordeste de La Pampa). Fue el
segundo hijo del cacique Painé y de una cautiva.Los niños aprendían
temprano a prepararse para la guerra contra los huincas y el cuidado del ganado.
Cuando los adultos salían de cacería o a maloquear, los chicos se quedaban
cuidando las caballadas de reserva, a veces muy lejos de la toldería.
Así fue como Paghitruz y otros chicos indígenas fueron tomados
prisioneros junto a la laguna de Langhelo, cerca de Melincué, mientras los
lanceros intentaban un malón hacia la frontera norte. La partida militar los
trasladó engrillados hasta Santos Lugares. Poco después los llevó en presencia
de Juan Manuel de Rosas. Al enterarse de que Paghitruz era hijo de un
cacique famoso, el Restaurador "le hizo bautizar, sirviéndole de padrino, le
puso Mariano en la pila, le dio su apellido y le mandó con los otros de peón a
su estancia del Pino", cuenta Mansilla, él mismo sobrino de Rosas.Entre
rebencazos gratuitos y muestras de afecto, allí aprendió a leer y escribir, y se
hizo diestro en las faenas rurales. "Nadie bolea, ni piala, ni sujeta un potro
del cabestro como él", diría el escritor. Pero en seis años no perdieron la
nostalgia por la toldería. Una noche de luna llena de 1840, los chicos ranqueles
montaron los mejores caballos y escaparon. Anduvieron perdidos, pero lograron
escabullirse de sus perseguidores y engañar a la Policía.Llevaba poco
tiempo de regreso en Leuvucó, cuando Mariano recibió un regio regalo de su
padrino. "Consistía en doscientas yeguas, cincuenta vacas y diez toros de un
pelo, dos tropillas de overos negros con madrinas oscuras, un apero completo con
muchas prendas de plata, algunas arrobas de yerba y azúcar, tabaco y papel, ropa
fina, un uniforme de coronel y muchas divisas coloradas", relata Mansilla.
Con el obsequio venía "una cartita meliflua" y la invitación a
visitarlo. Pero Mariano, tras consultar a las "agoreras", juró no dejar nunca su
tierra. Conservó hasta en las firmas su nombre cristiano, guardó eterna y
pública gratitud hacia su padrino, pero no abandonó su lengua ni su pago. Ni
siquiera cuando la viruela diezmó a su tribu y el Gobierno le ofreció
trasladarlos. En 1858 asumió la máxima conducción del cacicazgo
—pertenecía a la dinastía de los zorros, la más prestigiosa—, flanqueado por
otros dos grandes caciques: Baigorrita y Ramón el Platero. Fue un gran jefe en
la guerra contra el huinca, hospitalario con las familias unitarias prófugas de
los federales. Y también en los largos períodos de paz que consiguió pactar, en
los que fomentó la agricultura y la ganadería. Mariano Rosas murió de
enfermedad el 18 de agosto de 1877. Las honras fúnebres de su pueblo fueron tan
magníficas, que quedaron consignadas en el periódico La Mañana del Sur, de
Buenos Aires. Un año después, el Gobierno lanzaría la Campaña al
Desierto. Traicionados, los lanceros serían pasados a degüello. Los
sobrevivientes, repartidos en estancias pampeanas o desparramados por Tucumán,
Martín García y hasta en las islas Malvinas. Las mujeres fueron destinadas al
servicio doméstico. Los chicos, como peones.En 1879, el coronel Eduardo
Racedo remató el aniquilamiento. Descubrió en Leuvucó la tumba de Mariano Rosas
y se alzó con sus huesos, con la idea de enviarlos a la Sociedad Antropológica
de Berlín. Terminó obsequiándolos a Estanislao Zeballos, un coleccionista de
cráneos que a fines del siglo XIX los donó al Museo de Ciencias Naturales de La
Plata. En 1893, la revista del museo analizaba el conjunto de 111
calaveras masculinas y femeninas. En el catálogo escrito por Lehmann Nitsche, la
de Mariano Rosas llevaba el número 292. El 241 correspondía al célebre cacique
araucano Calfucurá. Trofeo de guerra primero, patrimonio antropológico
después, el cráneo del zorro cazador de leones estuvo expuesto en el museo
durante un siglo. Hasta que, con el retorno de la democracia, los ranqueles
comenzaron a reagruparse y, apoyados por el gobierno pampeano, reclamaron los
restos de sus ancestros. Guardados en una urna, los de Mariano Rosas
permanecieron perdidos durante varios años. Fue necesaria una ley del
Congreso de la Nación para que algunos antropólogos renuentes cedieran las
"piezas". la Secretaría de Desarrollo Social —de la que depende el Instituto
Nacional de Asuntos Indígenas— devolverá los restos a los descendientes de
Mariano Rosas. Serán velados con todos los honores por las comunidades
ranqueles. Y descansarán para siempre junto a la laguna de Leuvucó, bajo un
mausoleo coronado por la escultura de un zorro.Muerte de Mariano
Rosas"Corría el mes de agosto de 1877 cuando la viruela
-presumiblemente- acabó con la vida del gran cacique ranquel. Tendría un
poco más de 50 años... " Los últimos años de Mariano han de haber sido
especialmente amargos. Cuando Mansilla baja a los ranqueles en 1870 nos lo
retrata en un momento medianamente apacible. Pero poco tiempo después la paz
pactada es destruida.En 1872, el general Arredondo combinado con Roca le dan
un malón sorpresivo, en tanto que lo habían estado engañando con promesas. En
carta al ministro Gainza. Arredondo había hecho expresos sus planes contra los
ranqueles: "Anteayer les mandé una comisión, compuesta de un pariente de
Mariano y otros indios, que le llevan al cacique propuestas de paz y compra de
cautivas, y también regalos de aguardiente, con el objeto de desvanecerles
cualquier sospecha que tenga. Espero sorprenderlos..." Efectivamente los
sorprendieron a fines de mayo, y hubo gran matanza en los toldos. Qué razón
tenía el cacique cuando dijo a Mansilla dos años antes: "Compadre, los
cristianos siempre que han, podido nos han muerto".Cuando luego vienen los
requerimientos de que se sometan de una vez por todas al gobierno nacional,
Mariano Rosas escribe al Padre Donati (de los franciscanos que acompañaron a
Mansilla en la excursión): "digo a usted que es imposible aceptar tales
proposiciones... Tengo en vista los sucesos anteriores. Siempre los tengo en mi
cabeza.. Yo trabajaré sin descanso a fin de conservar la paz, pero salir a los
cristianos me es imposible, porque todo hombre ama el suelo donde
nace".Merecería un análisis muy profundo el rol que jugaron los sacerdotes
de distintas órdenes en los años precedentes a la Conquista del Desierto. Los
franciscanos con los ranqueles, los lazaristas con Namucurá luego los
salesianos. Eran, ciertamente cómplices de la "gesta civilizadora" que pretendía
someter a los indios, pero el caso es que en ese tramo final fueron los únicos
reconocidos como interlocutores por los caciques, los únicos a quienes creían
que todavía podían recurrir.Mariano no participó en el Malón Grande de
Namuncurá en 1876 (aunque es probable que alguna de su gente haya tomado parte),
pero de nada le valdría su esfuerzo por hacer un buen papel. Cuando Alsina pone
en marcha su plan de ocupación progresiva y el sometimiento definitivo de los
indios. Roca truena por su parte que es necesario averiguar "qué provecho se
puede sacar de estas tribus, saber si son o no aptas para el trabajo, o si
tienen que sucumbir como los pieles rojas en América del Norte, a quienes tanto
se asemejan, ante las necesidades siempre crecientes de la Civilización". La
enfermedad, el destino, salvaron a Mariano de ser testigo del holocausto final.
Es posible que haya sido a causa de la epidemia de viruela, que desde 1874 había
empezado a hacer estrago en las tolderías ranqueles. Alhué mapu - país de
las ánimas- era el nombre que los mapuches daban al otro mundo, y ellos se lo
representaban como una borrachera sin. Hacia allá marchó un día frío de agosto
de 1877 el gran Zorro Cazador de Leones (Pangui-truz-gner).Una noticia de
sus exequias aparecida en e1 diario "La América del Sur" dice lo siguiente: " A
las 24 horas después de haber dejado de existir fue llevado a su última morada,
acompañándolo todas indios de Ramón, Cayomuta, de Epugner y de Bogorrita. Las
mujeres lloronas seguían angarillas en que iba conducido por cuatro mocetones.
Legado que hubo e! cortejo al sitio que debía ser sepultado el cadáver, varios
cautivos e indios procedieron a abrir un gran hoyo. Mientras unos hacían esta
operación otros degollaron tres de los mejores caballos del finado y una yegua
gorda. Después de haber concluido de abrir el hoyo se hicieron las ceremonias de
estilo. En la fosa se sepultaron los caballo, la yegua, varías prendas del
finado, etc. Para que pudiese emprender su largo viaje con felicidad. Encima de
todo se puso el cuerpo de Mariano y los capitanejos fueron los primeros que
echaron tierra sobre su cadever. En ese mismo lugar, las mujeres han pasado dos
días llorando y los hombrtes desechando penas, es decir, emborrachándose. He
aquí cómo cumple sus deberes los hijos de La Pampa." Su tumba fue profanada
en 1878 por la columna al mando de Racedo, su cráneo separado y entregado "como
objeto de estudio" al doctor Estanislao Zeballos. Junto con el de Calfucurá
sería depositado luego en el Museo de Ciencias Naturales de la Plata, con el
nombre garabateado sobre el hueso, hasta su reciente restitución. Ley
25.276 Publicada en el Boletín Oficial el 28 de agosto de 2000.
Dispone el traslado de los restos mortales del cacique Mariano
Rosas, depositados en el museo de Ciencias Naturales de La Plata, a Leuvucó,
Departamento de Loventuel, Provincia de La Pampa. Artículo 1º.- El Poder
Ejecutivo, a través del Instituto Nacional de Asuntos Indígenas, procederá al
traslado de los restos mortales del cacique Mariano Rosas o Panquitruz Gner, que
actualmente se encuentran depositados en el Museo de Ciencias Naturales de La
Plata "Florentino Ameghino", restituyéndolos al pueblo Ranquel de la Provincia
de La Pampa. Artículo 2º.- A tal fin se trasladarán sus restos a
Leuvucó, Departamento de Loventuel, de la Provincia de La Pampa.
Artículo 3º.- La Subsecretaría de Cultura del Ministerio de Cultura y
Educación de la provincia de La Pampa, en consulta con las autoridades
constituidas de la comunidad ranquelina, fijará el lugar donde serán depositados
en sepultura. Artículo 4º.- Al momento de cumplirse con lo ordenado por
esta ley, se rendirá homenaje oficial al cacique y se declarará de interés
legislativo la ceremonia oficial que se realizará en reparación al pueblo
ranquel. Artículo 5º.- Comuníquese al Poder Ejecutivo Nacional.-
Nota: Quien fue Mariano Rosas: Hijo del gran Painé Guor, su nombre real
era Panghitruz - Guor (Zorro Cazador de Leones). De niño, secuestrado por un
enemigo de su padre pasa cinco largos años en una estancia de Rosas. De alli su
nombre "cristiano". Escapó una noche y volvió a sus toldos en Leuvucó, en la
actual provincia argentina de La Pampa. Murió en 1873 y lo sucedió su hermano
Epumer (Dos Zorros). Dice Carlos Martínez Sarasola en su libro "Nuestros
Paisanos los Indios que "al volver a su tierra.... no volvió a salir de ella....
condujo a la comunidad ranquel desde sus toldos, dejando en manos de sus
capitanejos las correrías por la frontera. Hasta su muerte, dirigió a sus
hombres con la preocupación de dar el ejemplo".
Proximamente: Paine

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